Manuscrito: Manual para no asustarse con una mujer libre
ELLA NO CABE EN UN ANILLO Intenté rodearla con un gesto mínimo: un anillo, una casa, una palabra que cerrara la frase “para siempre”. Pero ella tenía dedos que sabían escabullirse de cualquier forma redonda. Decía que el amor no se mide en kilates, que el brillo más honesto no necesita testigos ni vitrinas. No quería ser ni promesa ni prenda. Solo cuerpo en movimiento y alma sin contrato. Y yo, con mi caja pequeña y mis miedos grandes, entendí tarde que hay mujeres que no se dejan abrazar por cosas que aprietan. FRACASAR EN LA CONQUISTA La miré como quien se prepara para una batalla ganada de antemano. Creí que el deseo era una especie de trofeo, y ella —mujer sin podio— se burló de mis gestos de campeón sin medalla. Me ofrecí como refugio y me devolvió tormenta. Le hablé de futuro y se fue de viaje sin fecha de regreso. No quise entender que no todo lo que brilla está esperando ser tomado. Fracasar en la conquista fue mi primer acto de amor. LA QUE NO SE DEJA RESCATAR Traía bajo el brazo todas mis fantasías de salvador. Ella, en cambio, venía sin cadenas ni súplicas. No tenía miedo ni buscaba abrigo. Tenía frío a veces, pero no el tipo de frío que se cura con abrazos impuestos. Yo le ofrecí un salvavidas y ella me mostró que sabía nadar. Le hablé de futuros con techo y ella me habló de ventanas abiertas. No era princesa, no estaba en peligro, y si alguna vez cayó se levantó sin hacer de eso una escena. No supe qué hacer con tanta autonomía. Me senté a mirarla como se mira el fuego: sin acercarse demasiado, pero sin poder apartar los ojos.
© Ruben Alfons, todos los derechos reservados.