Manuscrito: Manual para no asustarse con una mujer libre

ELLA NO CABE EN UN ANILLO

Intenté rodearla
con un gesto mínimo:
un anillo,
una casa,
una palabra que cerrara
la frase “para siempre”.

Pero ella tenía
dedos que sabían escabullirse
de cualquier forma redonda.

Decía que el amor
no se mide en kilates,
que el brillo más honesto
no necesita testigos
ni vitrinas.

No quería ser
ni promesa
ni prenda.
Solo cuerpo en movimiento
y alma sin contrato.

Y yo,
con mi caja pequeña
y mis miedos grandes,
entendí tarde
que hay mujeres
que no se dejan abrazar
por cosas que aprietan.


FRACASAR EN LA CONQUISTA

La miré como quien se prepara
para una batalla ganada de antemano.

Creí que el deseo era
una especie de trofeo,
y ella —mujer sin podio—
se burló de mis gestos
de campeón sin medalla.

Me ofrecí como refugio
y me devolvió tormenta.
Le hablé de futuro
y se fue de viaje
sin fecha de regreso.

No quise entender
que no todo lo que brilla
está esperando ser tomado.

Fracasar en la conquista
fue mi primer acto de amor.


LA QUE NO SE DEJA RESCATAR 

Traía bajo el brazo
todas mis fantasías de salvador.
Ella, en cambio, venía
sin cadenas ni súplicas.

No tenía miedo
ni buscaba abrigo.
Tenía frío a veces,
pero no el tipo de frío
que se cura con abrazos impuestos.

Yo le ofrecí un salvavidas
y ella me mostró que sabía nadar.
Le hablé de futuros con techo
y ella me habló
de ventanas abiertas.

No era princesa,
no estaba en peligro,
y si alguna vez cayó
se levantó
sin hacer de eso una escena.

No supe qué hacer
con tanta autonomía.
Me senté a mirarla
como se mira el fuego:
sin acercarse demasiado,
pero sin poder apartar los ojos.
    

© Ruben Alfons, todos los derechos reservados.