Algunos textos de Ruben Alfons

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Prólogo

(Del libro Fragua y Latido)

Yo no sé si la poesía puede cambiar el mundo,
pero sé que puede hacerle cosquillas en las costillas,
despertarlo de su siesta obligada,
obligarlo a mirarse en el espejo roto de la historia.

Este libro es una fragua.
Aquí el dolor se calienta hasta volverse grito,
hasta convertirse en un latido que no pide permiso.
Son palabras que han aprendido a resistir,
como la hierba que se asoma entre las grietas del asfalto,
como los que siguen bailando aunque les hayan robado la música.

Aquí se lucha.
Aquí se aguanta sin romperse.
Aquí, en la trinchera más íntima, también se vuelve al refugio
de un abrazo, de un recuerdo, de un nombre pronunciado bajito
cuando la noche es más larga que la esperanza.

Que cada verso de este libro haga lo suyo:
algunos nacieron para incendiar conciencias,
otros para sostenernos cuando todo se tambalea.
Pero todos laten.
Y eso ya es un acto de resistencia.

Bienvenidos a Fragua y Latido.
    

Fragua y Latido

Nací de un golpe contra el mundo,
del metal candente que arde en la boca de la herrería,
de la piedra que grita bajo el yugo del cincel.
Vengo de la forja,
del crisol donde se funden los nombres prohibidos,
donde el miedo es un clavo doblado
y la esperanza, un martillo que nunca descansa.

Aquí me alzo, entre escombros y banderas,
con la voz tiznada de hollín y de ira,
con el puño lleno de tierra y de historia.
No me hablen de paz si la paz es un silencio impuesto,
si la justicia es una estatua con los ojos bien abiertos
mirando a otro lado.
Mi patria es un himno rasgado,
un grito que arde en las plazas,
una madre que espera con los brazos vacíos.

Pero resisto.
Porque el tiempo no es sólo el peso de los relojes,
sino la raíz que se niega a ceder ante el viento.
Porque el mar golpea la roca sin romperse,
y yo, con mis cicatrices cosidas a versos,
me planto en la tempestad.
No me quiebro.
No cedo.
Soy la grieta por donde entra la luz,
soy la voz que no calla en la boca del miedo.

Y aún así, cuando la lucha cede su filo,
cuando la tormenta se adormece en la ventana,
vuelvo al refugio de las cosas pequeñas,
al café que humea sobre la mesa
como un incienso sagrado de la rutina.
Vuelvo al abrazo que huele a infancia,
a la caricia que sabe a raíz y a eternidad.
Porque la trinchera no es sólo un campo de batalla,
también es el pecho de la abuela
y la risa de un niño descalzo en el patio.

Así se escribe la vida:
con hierro y con ternura,
con furia y con tregua,
con la certeza de que somos
fuego y ceniza,
martillo y descanso,
fragua y latido.
    

Forja y Lucha

Hierro y cicatriz

Nos dijeron que la historia estaba escrita,
que el mundo era un tablero ajeno,
que el destino tenía dueños
y que a nosotros solo nos tocaba mirar.

Pero aquí estamos,
con las manos curtidas de herencia y hambre,
con la memoria ardiendo en los muros,
con los pies cansados de recorrer promesas rotas
y la lengua afilada de tanto callar.

Nos quisieron dóciles,
templados en miedo y obediencia,
pero olvidaron que el fuego no solo consume,
también forja,
y que hay cicatrices que no son heridas,
sino mapas de regreso.

Nos creyeron espectros de su grandeza,
números en sus cálculos de ceniza,
sombras que solo existen
cuando el sol lo permite.
Pero aquí seguimos,
siendo grieta, siendo grito,
siendo la piedra que desafía el río.

Porque la lucha no empieza en la pólvora
sino en la palabra,
no se enciende en la guerra
sino en la dignidad de quien dice basta.

Y nosotros,
que hemos aprendido a sangrar sin morirnos,
sabemos que la historia nunca está escrita,
que el mundo se puede torcer en las manos,
y que el destino,
cuando se enfrenta de pie,
ya no tiene dueño.
    

Amate como acto de revolución

Amate como acto de revolución
Desnúdate del miedo
de los estruendos sombríos
que cargan tu nombre

Mira tus manos
catedrales de ausencias
 y siembra en ellas
la raíz de lo que eres.

¡Amate como acto de revolución!

Amate en el abismo
donde la soledad te dice
que el mundo te ha olvidado

Amate como quien incendia el silencio
como quien danza en medio de la tormenta

¡Amate como acto de revolución!
Eres tu propia trinchera
la barricada donde habita la ternura
Amate, no como consuelo
sino como quien proclama su libertad.
    

© Ruben Alfons, todos los derechos reservados.